jueves, 3 de abril de 2008

Eduardo Galeano escribe

Excelente artículo.

El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica.

La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble.

La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura del consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar.

La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: Para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.

EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.

«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas». Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.

El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.

Triunfa la basura disfrazada de comida: Esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald's, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.

El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald's no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald's dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald's de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.

Un signo de los tiempos: Esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald's viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados de McDonald's, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.

L
as masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra... Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece.

Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla.

La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?

El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.

Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiende en las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio.

Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas?

El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.

El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas.

La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shopping centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.

Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta a unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: Es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.

Enviado por Mónica Álvarez (mialvarez46@hotmail.com)

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LA RESURRECCIÓN MISIONERA DE SAN ROMERO DE AMÉRICA

BOLETÍN No. 5.c - Quinta Semana - Sábado, 29 de Marzo de 2008
Guido Zuleta

El Domingo de Resurrección 2008 precede a la conmemoración del paso, cuando "El corazón de El Salvador marcaba 24 de marzo y de agonía", como lo menciona el obispo catalán brasileño Pedro Casaldáliga, del Obispo Romero a su acogida como Santo Latinoamericano y Caribeño. Una canonización hecha ecuménicamente, no por autoridades eclesiásticas, sino por comunidades populares de todo el continente mestizo, el mismo sobre el cual, previó "Si me matan, resucitaré en mi pueblo."

El hermano Oscar Arnulfo, pastor y ejemplo de verdadero discípulo y misionero del Resucitado, inspira desde 1980 ya no solo al pueblo salvadoreño, sino a todas las comunidades de buena voluntad del mundo entero, en este cambio de época. Pues su figura serena en medio de la horrible tensión de la guerra, actuando proféticamente, para bajar de la cruz a su pueblo crucificado es una de las fuentes de inspiración ética y espiritual de la actuación de comunidades y movimientos sociales que hacen su aporte por lograr otro mundo posible.

La trascendencia del Obispo mártir se hace sentir inspirando a las comunidades diversas iglesias cristianas a hacer su aporte para una misión común en función de una comunidad de comunidades que constituya la iglesia de la liberación, que opte por el pobre, contra la pobreza y por la vida, los medios de vida y la libertad.

Su testimonio y espíritu también se hace presente en diversas formas en la V conferencia de sus colegas obispos de América Latina y el Caribe realizada en Aparecida, Brasil en mayo de 2007 en medio de las peregrinaciones de las comunidades eclesiales de base, a quien tanto apoyó en vida terrena y sigue apoyando en su inspiración trascendente en el actual momento de transformación, quienes explícitamente solicitaban a los obispos que se reivindicaran junto con los mártires latinoamericanos como el mismo Romero, lo cual fue expresado en el mensaje final de la conferencia y en su documento final.

Resucita Romero animando las misiones de intercambio entre comunidades solidarias de Estados Unidos con su pueblo, en los esfuerzos constantes por solicitar mediante manifestaciones y acciones cívicas el cierre de la Escuela de las Américas, institución donde formaron a militares de las dictaduras impulsadas bajo doctrinas de seguridad nacional en toda América Latina entre ellos los de su propio pueblo oprimido.

Resucita también en los esfuerzos internos de cada movimiento social transformador en corregir sus propias fallas y errores internos, por distorsiones mezquinas y llamando a superar los fanatismos y sectarismos que impiden avanzar en el camino liberador. Inspirando así a la actual necesaria conciencia planetaria en función de la paz con justicia y responsabilidad con la creación.

Hoy con Casaldáliga, muchas comunidades cristianas y de buena voluntad del continente dicen "Estamos otra vez en pie de testimonio, San Romero de América, pastor y mártir nuestro. Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra. Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente. Romero de la Pascua Latinoamericana."

Los artículos y notas aquí consignados responden a los criterios de cada autor(a) y no necesariamente están en total correspondencia con los principios u opiniones de Ecuvives como asociación

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"LA GENTE QUE ME GUSTA"

BOLETÍN No. 5.c - Quinta Semana - Sábado, 29 de Marzo de 2008 Mario Benedetti

Primero que todo

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace en menos tiempo de lo esperado.

Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.

Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.

Me gusta la gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente; a éstos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no fallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente que trabaja por resultados. Con gente como esa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.

Los artículos y notas aquí consignados responden a los criterios de cada autor(a) y no necesariamente están en total correspondencia con los principios u opiniones de Ecuvives como asociación

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EL PROCESO BOLIVARIANO DESDE UNA PERSPECTIVA CLASISTA

BOLETÍN No. 5.c - Quinta Semana - Sábado, 29 de Marzo de 2008

Nora Castañeda

Caracterizar el proceso bolivariano desde un punto de vista clasista, obliga a hacer un intento preliminar de determinar la estructura de clases en Venezuela. Es una de las cosas que muchas veces se obvia cuando se hacen análisis de la coyuntura.

Podríamos empezar por establecer cuáles son las clases dominantes, que a simple vista podríamos observar o conocer. Por un lado, por supuesto, están las clases dominantes que se corresponden con el imperio y que están presentes por múltiples vías en la sociedad venezolana: grandes corporaciones y empresas transnacionales que hacen vida en el país y, por supuesto, tienen intereses de clase que muestran en el proceso bolivariano. Por otro lado están sus aliados y aliadas, organizados también en grandes empresas, como por ejemplo el Grupo Mendoza y tendríamos que precisar otros grupos. En todo caso, está el grupo Mendoza y otros que, de alguna manera, controlan diferentes actividades económicas, financieras, de servicios, productivas,… hasta controlan los servicios y la distribución alimentaria. Por eso nombramos primero al grupo Mendoza. Hay otros, por supuesto, que tendríamos que precisar; pero estos tienen intereses muy concretos en la economía y en la sociedad venezolana y actúan dentro del proceso bolivariano a objeto, de alguna manera, de imponer sus intereses y derrotar los intereses del pueblo.

Por otro lado, están los llamados productores "nacionalistas". Algunos de ellos se han organizado en frentes bolivarianos, donde destacan los vinculados con la ganadería, por ejemplo. Ayer oíamos por la televisión a uno de los grandes dirigentes de este sector bolivariano nacionalista, que está al lado del proceso bolivariano, decir: "aquí no hay escasez de carne". Sin embargo, estamos viendo, dentro de la apariencia, que la escasez de carne realmente existe. También decía: "aquí no hay escasez de leche", y vemos que también es la apariencia.

Está también la llamada "pequeña burguesía", que ahora pretenden llamarla "clase media", con una característica muy importante: una, su ingreso. El ingreso familiar de esta pequeña burguesía se despega bastante, dista, del ingreso de los trabajadores en general y trata de acercarse a los intereses de la burguesía, quieren vivir como la burguesía; la ideología de la burguesía es la que priva en esos sectores. Eso significa que debemos tenerla presente porque es una clase muy importante, es un grupo social importante.

Por otro lado, podríamos hablar de los trabajadores. Los trabajadores somos todos y todas, como la pequeña burguesía que es también trabajadora. Quizá pudiéramos hablar de la "clase obrera", pero los trabajadores con bajos ingresos no solamente son la clase obrera. Podríamos hablar de los trabajadores no sólo de ingresos medios, sino de ingresos bajos. Dentro de esos ingresos están los trabajadores llamados "formales", los que tienen un sueldo quince y último de mes, que cuentan con determinados servicios: pólizas HCM, caja de ahorros, bono vacacional, cesta tickets de alimentación, bono de fin de año, etc. Esa es una parte de los trabajadores en diferentes niveles. Un sector se acerca a la llamada pequeña burguesía o clase media y otros se acercan mucho al trabajo con salario mínimo, otros al salario medio. Estos últimos serían muchos de los trabajadores que forman parte importante de la estructura burocrática o de la administración pública del país.

Podemos hablar también de los llamados trabajadores "informales", quienes en realidad son trabajadores por cuenta propia. Una parte importante de ellos realizan un trabajo de comercialización de los productos, son ellos quienes distribuyen los productos en las calles a través de la buhonería. Entre ellos también tenemos que establecer diferencias: algunos de ellos en realidad son asalariados de comerciantes que les entregan mercancías para que las vendan, de tal manera que los recursos obtenidos de la venta se los entregan a los comerciantes, mientras que los llamados buhoneros reciben un salario muy pequeño; aparentemente son trabajadores por cuenta propia, pero en realidad no lo son. Otro sector informal recibe una mercancía de otros para que trabajen por cuenta propia, no asalariado, pero dependiendo de quines les entregan la mercancía. Eso hay que tenerlo en cuenta porque resolver el problema de la economía informal que ha tomado las calles de Caracas o de las grandes ciudades pasa por conocer esa estructura de clase, por determinar cuál es la estructura de clase que realmente está allí.

Por otro lado, tenemos los "trabajadores del campo", que son también trabajadores por cuenta propia, microempresarios, pequeñas cooperativas, que trabajan en realidad por un ingreso casi de subsistencia. Muchos de ellos han sido apoyados por el Estado con recursos que les ha proporcionado. Hay otros que tienen sus pequeñas o medianas fincas e incorporan a trabajadores asalariados (peones). Y, por supuesto, están los grandes y medianos productores, unos que apoyan al proceso revolucionario y otros no.

Estamos hablando entonces de trabajadores en diversas condiciones sociales: por cuenta propia, dependientes, asalariados, con altos o bajos ingresos, los que tienen salario mínimo y, a veces, menos del salario mínimo, trabajadores que viven en condiciones de explotación terrible como los indígenas y trabajadores del campo en los arrozales del estado Guárico, muchos de ellos traídos desde Colombia o las comunidades indígenas en condiciones clásicas de esclavitud incorporados al trabajo agrícola.

Si hablamos del proceso revolucionario desde una perspectiva de clase, tenemos que conocer eso y conocer cómo se comportan las clases sociales en relación al proceso revolucionario.

Es evidente que la oligarquía criolla, las clases altas están muy ligadas a las grandes empresas transnacionales de Europa y los Estados Unidos, particularmente a éste último (no hay que olvidar que hemos sido considerados como "el patio trasero" de los Estados Unidos), cuyas inversiones están básicamente en el país. Esta oligarquía criolla, aliada a los intereses de Estados Unidos, tiene una perspectiva de clase en relación al proceso bolivariano dirigida a derrotar este proceso, a impedir que siga avanzando, no solamente por la vía militar, aunque en un momento dado pudiera ser militarmente (invasión de los Estados Unidos o empleando el "Plan Colombia" o "Plan Victoria", como ahora lo llaman) utilizando a los paramilitares para tales efectos, etc.; esa sería una posible salida, pero también trabajan todos los días desde el punto de vista ideológico.

En el combate ideológico ellos tienen una gran fuerza, dado que disponen de los medios de comunicación de masas. La mayoría de los medios de comunicación están en sus manos; pero además nosotros, el pueblo, hemos sido formados en una sociedad donde la ideología que predomina es la ideología de ellos, la capitalista. De alguna manera es la ideología por la cual nos manejamos. Por eso nos podemos encontrar a un hombre del campo diciendo "voy a votar por el No porque esta gente va a privatizar las propiedades"; sin embargo, él no tiene ninguna propiedad. Tiene una ideología y una perspectiva: "yo pudiera llegar a tener una propiedad y éstos me la van a quitar". Eso hay que tener en cuenta, entonces, la lucha de clases, la cual no solamente es una lucha militar, sino que es económica, es política y es ideológica. Ahora juega un papel muy importante en la lucha de clases la ideológica.

Desde el punto de vista político, el pueblo, desde su lucha de clases, tiene una gran fuerza; esa gran fortaleza es que tienen un Presidente a su lado. Eso no significa que la estructura administrativa esté de su lado; por el contrario, más bien el pueblo plantea consignas como "así, así, así es que se gobierna" y cuando lo hacen precisamente están diciendo que hay gobernantes (sobre todo en Alcaldías y Gobernaciones), pero también a nivel nacional, que no responden a los intereses del pueblo, porque desde el punto de vista político e ideológico no están de acuerdo con los intereses del pueblo, dado que la ideología dominante es la que priva en sus cabezas.

El asunto está en que, si hay algún debate importante a nivel ideológico, ese debate en realidad es el debate ideo-político4: ideológico y político. Tal vez hemos pensado en un debate en el cual debemos derrotar militarmente a tales, tales y tales… y lo debemos derrotar económicamente, eso hay que hacerlo; pero ante todo hay que ver cómo se desarrolla la lucha de clases ideo-política.

Entonces, toda caracterización del proceso bolivariano debe pasar por esto. Preocupa que la mayoría de los análisis coyunturales no hablen ni de las clases sociales ni de la lucha de clases. Resulta que eso está allí presente y, si no lo asumimos, ni tampoco lo reconocemos, no lo vamos a desarrollar.

Muchos de nosotros y nosotras somos parte del aparato administrativo público, es decir, del aparato burocrático. Hay que señalar que hay una diferencia entre "burocratismo" y "burocracia". La burocracia es una estructura administrativa de carácter piramidal en el cual el extremo superior lo ocupa los que ideológicamente dominan ese aparato burocrático y en la base, en la parte baja, están los dominados. Estos últimos no necesariamente saben cómo es que arriba están tomando las decisiones, desconocen que esas decisiones pueden ser o son contra sus intereses; pudieran creer que los intereses del aparato burocrático administrativo público están a sus servicios. Lo terrible es, como lo decía antes, que tenemos un aparato burocrático, tenemos un Estado, y creemos que ese aparato burocrático está al servicio de las mayorías cuando no lo está, está al servicio de, por lo menos, de un sector importante de la minoría y ese sector importante son los funcionarios públicos "de alto nivel", cuyos salarios se despegan de manera importante de los salarios mínimos que tiene la gran mayoría, la base del aparato burocrático. Recordemos lo que Marx decía: el ser social determina la conciencia social; entonces la conciencia social está dirigida a que vamos a tratar de obtener un bono, un bono único, que esté determinado por el salario que cada quien tiene. Si nosotros logramos que el bono único sea para todos igual como se ha hecho en alguna que otra institución, para todo el mundo igual, después cuando vamos a dar un aumento de salario, éste es del 10%. Pero qué es el 10% para una persona que gana un salario mínimo y qué significa el 10% para una persona que gana 5, 6 o 7 veces el salario mínimo? Eso hace que se dé una separación importante. Es verdad que se ha disminuido la diferencia en relación a los más altos niveles, es decir, el ingreso de esos altos gerentes o dueños de las grandes transnacionales, eso es verdad; pero eso se ha hecho alimentando al sector medio, a la llamada clase media, a los altos funcionarios y no a los trabajadores, a la gran base de la sociedad.

Todo esto hay que tenerlo en cuenta, entonces, en relación al proceso bolivariano. Si nosotros no aclaramos eso, no desarrollamos políticas para que las bases puedan, no sólo tener cada vez mayores ingresos que les permitan tener capacidad de compra, capacidad de demanda, eso sería un problema económico. Pero si no manejamos la situación de manera que el poder desde el punto de vista ideológico también esté en manos de las bases, si no lo hacemos así y si no logramos desarrollar el poder popular, que las políticas económicas estén dirigidas a desarrollar el poder popular o del poder comunal, si no lo logramos, va a ser bastante difícil que podamos construir una sociedad socialista.

La sociedad socialista necesita en este momento en Venezuela de un profundo combate ideológico, eso es, de desarrollar la lucha de clases no sólo económica, no sólo política, sino también socialmente e ideológicamente. Si lo logramos, podemos avanzar. Pero la otra cosa es que la lucha de clases es una lucha que necesita tomar en cuenta las contradicciones de clase existentes. Nuestro pueblo debe tener la capacidad suficiente para poder detectar dónde están las contradicciones de clase y cómo manejarlas. Sobre esto hablaba mucho Mao Tse Tung. Hablaba de la lucha de clases como genera contradicciones de clase, que esas contradicciones pueden ser antagónicas o no antagónicas. Tenemos que tener claro cuáles son las contradicciones antagónicas y cuáles son las no antagónicas porque de acuerdo con eso, podemos avanzar avanzar más rápidamente y podemos incluso no cometer errores. De repente nuestro pueblo puede creer que su enemigo es el funcionario público y no; el funcionario público es un instrumento de las clases dominantes desde el punto de vista ideológico. Pero las clases dominantes son el enemigo, no es el funcionario público. Si se trabaja en la idea de determinar cuáles son las contradicciones de clase antagónicas, entonces se va a saber dónde está el enemigo principal, el imperio.

Pareciera que en estas elecciones, a pesar de que el Presidente trabajó mucho esa idea: el enemigo es el imperio; a pesar de eso, nuestro pueblo e incluso nuestros militantes asumimos que el enemigo no era el imperio. El Presidente lo decía en estos días, se pensó que el enemigo eran esos opositores que andan por ahí, que en estos días organizaron una marcha con los buhoneros, y entonces se centró la atención en esos. Resulta que esos no son sino los que realizan las actividades a partir de la estrategia que desarrolla el imperio. El imperio dice: hay que estar en la calle todo el tiempo y tenemos que estar utilizando a los estudiantes (mejor dicho, a un sector de los estudiantes), o tenemos que utilizar a un sector de las mujeres y ahora tenemos que utilizar a un sector de los buhoneros.

Efectivamente, en estos días salieron a la calle los buhoneros; ¿qué buhoneros salieron? Los buhoneros que en su mente tienen la ideología de los dominantes. Pero nuestro pueblo puede asumir que los enemigos son los buhoneros y no, no son los buhoneros. El enemigo principal no está ahí; está en el imperio y en las clases aliadas del imperio –esa oligarquía criolla que es la poseedora y maneja esos grandes y articulados medios como Globovisión. Y entonces, el problema no es Globovisión porque éste lo que es, es un instrumento de las clases dominantes criollas aliadas a los intereses del imperio. ¿El problema son los artistas que allí trabajan o los periodistas que allí trabajan? No, ellos son instrumentos de…

Entonces, todo esto hay que manejarlo. Eso significa hacer análisis de coyuntura que debe partir de manejar todos los días qué es lo que los periódicos dicen, lo que la televisión dice, qué es lo que hacen, cuál es su práctica política, a qué obedece esa práctica política, cuáles son las contradicciones fundamentales, cuáles son las contradicciones principales, cuáles son las contradicciones no antagónicas y cómo manejar las contradicciones no antagónicas. Pareciera que el Presidente de la República se manejara con análisis de ese tipo y es lo que permite que en un momento determinado él decrete la amnistía porque él se pregunta ¿dónde está mi enemigo principal? En el imperio. ¿Qué es lo que el imperio tiene planteado hacer? A bueno, el 23 de enero el imperio pretendía salir con esos planteamientos que tienen que ver con lo de los presos políticos y armar un zaperoco aquí. ¿Qué hizo el Presidente? Les quitó esa bandera de lucha decretando la amnistía. Hay mucha gente nuestra que se molestó por eso; pero el Presidente hizo lo correcto. Manejó las contradicciones, determinó quién era el enemigo principal y le quitó la bandera dándole la amnistía a unas personas que no son el problema central, sino los que hicieron algo que el imperio quería que hicieran. ¿Ah, que esas personas van a continuar desarrollando su estrategia de guerra? Es posible; es posible que algunos no y otros sí, pero eso lo van a hacer porque el enemigo principal se los va a mandar.

Entonces, tengo que trabajar dirigiendo mi atención hacia el enemigo principal. Eso es igualito con respecto a los buhoneros: hay que sacar a los buhoneros de las calles porque eso es una ciudad ingobernable para ellos mismos, para su salud, para la salud de sus niños que mantienen metidos en un cajoncito en esos espacios cargados de contaminación de plomo que permanentemente están consumiendo al aspirarlo y al consumir los alimentos también contaminados con el plomo, con toda la suciedad que hay en la calle. Por su propia salud, este gobierno tiene que crear un empleo digno, no un tipo de empleo que les dé una cierta cantidad de dinero. Es probable que la mayoría no quiera ir a trabajar como asalariados porque ahí ganan más aparentemente, porque ellos no tienen bono vacacional ni HCM; cuando se enferman y no trabajan, no reciben nada. Ellos tal vez sacan la cuenta de lo que obtienen diariamente. Ese no es el tipo de trabajo que una sociedad socialista debe desarrollar porque eso no le garantiza calidad de vida a los mismos que están defendiendo que los dejen allí trabajando. En este momento que los van a sacar, los están utilizando como instrumentos de acuerdo con las estrategias del imperio, tenemos que saber cómo manejar eso.

Por otra parte, en el sector campesino tenemos que analizar. Este es un país donde aparentemente del producto interno bruto sólo el 13% lo produce el campo, es decir, que el campo no debería ser ningún problema porque la mayor parte de la población vive en las ciudades. Pero necesitamos la soberanía alimentaria porque cada vez más estamos viviendo de las importaciones y eso es grave, porque en un determinado momento pueden cercarnos y por hambre nos pueden poner de rodillas. Eso quiere decir que tenemos que manejar el campo con mucho cuidado, tenemos que lograr que los beneficios sociales que se reciben en la ciudad también los reciba la población del campo y más, para poder garantizar la soberanía alimentaria. Por eso no podemos partir del planteamiento que no debe haber financiamiento público para el campo porque es un gran riesgo invertir en él; por el contrario, hay que invertir en el campo para garantizar la soberanía alimentaria determinando en qué tipo de rubros hay que invertir, qué tipo de organización productiva hay que impulsar: ¿la organización capitalista que reproduce los intereses del capital o una organización de carácter solidaria que conduzca a la construcción del socialismo? De eso se trata también y a veces no se entiende; aparentemente estamos trabajando por el socialismo, pero cuando se desarrollan las políticas públicas y se concretizan éstas a través de determinados financiamientos no se hace así y el tipo de organización que se reproduce entonces es el tipo de organización capitalista, privada, decía el Presidente. Una cooperativa, una Unidad Económica Asociativa de dos o nueve personas, son organizaciones de carácter privado; a lo mejor lo que estamos reproduciendo es que esas personas que se convierten en empresarias o emprendedoras, como se les llama, van desarrollando como ideología la ideología del empresario/a, la ideología capitalista. Para el momento en que lo comenzamos a desarrollar así estaba bien porque así lo necesitábamos; pero ahora estamos en una etapa de transición, no estamos claro, en el socialismo. Hay que visualizar eso para ver de qué manera trabajamos para que se desarrolle la solidaridad real entre estas personas en su comunidad, para la comunidad y desde la comunidad. Ya tenemos que discutir cómo vamos a avanzar desde el punto de vista político-ideológico en este proceso de construcción del socialismo.

Entonces, es importante manejar este proceso bolivariano tomando en cuenta la estructura de clase existente de clase, lo que supone una investigación más seria que lo que hemos expuesto aquí.

Los artículos y notas aquí consignados responden a los criterios de cada autor(a) y no necesariamente están en total correspondencia con los principios u opiniones de Ecuvives como asociación

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DIVERSIDAD CULTURAL E INTERCULTURALIDAD

BOLETÍN No. 5.c - Quinta Semana - Sábado, 29 de Marzo de 2008
Jorge Peñaloza, Lidia Martínez y Carmen de Peñaloza

Como parte de la Revolución Bolivariana vivimos en un mundo de relaciones culturales, sociales, económicas y políticas que se van definiendo progresivamente a medida que se desarrolla el proceso revolucionario. En él cada grupo social trae consigo las raíces culturales que son parte de su propia idiosincrasia. Igualmente producto de esas relaciones culturales vamos conociendo y asumiendo conciente o inconcientemente otras culturas que no pertenecen necesariamente a nuestras culturas originarias. Inmediatamente nos preguntamos ¿Hasta que punto ha sido respetada o aceptada esa diversidad cultural de la cual formamos parte a lo largo de nuestra historia? A su vez, ¿Son respetadas nuestras propias culturas en esa interrelación cultural? ¿Qué dice nuestra Constitución al respecto? ¿Cómo ver esta realidad desde la perspectiva de la Revolución Bolivariana? ¿Tiene alguna importancia estratégica la Interculturalidad para el proceso revolucionario en el contexto que actualmente vivimos? Son estas y otras interrogantes que tienen que ver con este tema las que buscamos abordar en el presente artículo, sabiendo que apenas abrimos una puerta que es necesario seguir profundizando por su inmensa importancia estratégica.

1. LA CULTURA COMO PUNTO DE PARTIDA

Estamos claras/os que no podremos entender lo que es "Diversidad Cultural" ni "Interculturalidad" si no definimos primero que estamos concibiendo por "Cultura". Para esto nos vamos a aprovechar de la definición realizada por Zuñiga, Madeleine y Ansión, Juan (1.997) a propósito de este aspecto. Al respecto ellos afirman lo siguiente:

"Por cultura podemos entender los modos de vivir o los modos de ser compartidos por seres humanos… Los humanos tenemos la capacidad de ir amoldando y transformando no sólo la naturaleza, sino nuestras propias relaciones con el mundo y nuestra propia forma de vivir".

Es importante señalar con relación a lo expresado, que estos modos de vivir o de ser no son algo estático, sino que son dinámicos, activos, implican procesos, que suponen cambios. Ellos mismos señalan que "a través de nuestra historia, hemos ido creando y modificando nuestra relación con el mundo en un proceso acumulativo y evolutivo hecho posible porque lo que creamos y aprendemos lo transmitimos también a nuestra descendencia sin necesidad de modificación genética". Siguiendo en esta línea encontramos también que la UNESCO en su "Declaración mundial de la diversidad cultural", define la cultura como "como el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias" (UNESCO, 2001), en este sentido coincide con lo planteado por Zúñiga y Ansión en su definición.

La cultura supone también una relación con el mundo que nos rodea: con la naturaleza, con nosotros/as mismos/as, con los demás, con la trascendencia en forma colectiva. Esta relación se da a través de formas de mirar, de sentir, de expresarnos, de actuar, de evaluar. Son formas propias de mirar el universo, el cosmos, la creación, la naturaleza, que a su vez nos genera una manera particular de relacionarnos con ella y el contexto que la rodea. Además implica una manera compartida de mirarnos y entendernos a nosotros/as mismos/as y a los demás. Es a partir de ese mirar, sentir y expresarse que se crea la cultura en forma colectiva y se van originando nuevas maneras de relacionarnos. Zúñiga y Ansión (1997) señalan que "al asumir esta definición operativa de cultura, es importante recordar que una cultura se gesta al interior de los diversos grupos a los que los humanos se unen por diversas afinidades, sean éstas ideológicas, de clase, de credo, de origen territorial, de origen étnico, de edad, de sexo, etc. En estos grupos se generan y comparten modos de ser y hasta un lenguaje propio que son cultura". Más adelante señalarán que "la cultura no tiene existencia en sí misma, sino que se refiere a actitudes acostumbradas y a maneras de ser compartidas (dimensión social) de las personas en concreto (dimensión individual)". Esto es importante señalarlo porque es lo que nos da pie para poder entender mejor lo que es la diversidad cultural y la interculturalidad.

2. DIVERSIDAD CULTURAL E INTERCULTURALIDAD

Como seres que vivimos en relación, la cultura tenemos que verla también con esas características. No se da en el aire. Nuestras propias culturas entran de forma concreta en una relación dinámica con otras culturas. Nos damos así cuenta de que existe una diversidad cultural a nuestro alrededor, es decir, otras formas de percibir al mundo, la naturaleza, la relación consigo mismos y con los demás, con las cuales podemos o no coincidir en un primer momento o posteriormente. Así la diversidad cultural se presenta en espacios definidos donde coexisten grupos humanos con tradiciones culturales diferentes.

En este tipo de vinculación no siempre ha existido una aceptación y reconocimiento explícito de las influencias mutuas en las relaciones interculturales que se han dado. Para algunos grupos culturales, sobre todo el de las clases dominantes, les es difícil reconocer y asumir plenamente la riqueza potencial que representa la relación con otras culturas. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de influencias mutuas que no se han aceptado manifiestamente y que se han producido en medio de relaciones sociales jerarquizadas y de procesos de dominación y explotación. Miremos por ejemplo como se dio el proceso de conquista y colonización de nuestro continente, donde no solo no se reconocieron las culturas autóctonas y ancestrales que había, sino que además se buscó en muchas oportunidades eliminarlas o aniquilarlas para poder mantener la explotación y el control sobre las colonias por parte de los "conquistadores". Igualmente ocurrió con las culturas de origen africano que arrancadas a la fuerza de sus lugares de origen, vinieron a nuestro suelo y posteriormente con las afrodescendientes, que tuvieron que "guardar silencio" durante mucho tiempo y encubrirse culturalmente, sobre todo con la cultura de los conquistadores, para poder sobrevivir.

Esta dinámica social de dominación en la que hemos vivido ha propiciado un tipo de relación en la que tiende a imponerse una sola voz. Es una tendencia histórica homogenizante, culturalmente empobrecedora que, por intereses económicos, políticos y sociales, no asumió la diversidad cultural como riqueza y como potencial de desarrollo humano. El intercambio cultural por esta vía ha sido hasta ahora, desigual en provecho del "Primer Mundo", y del tipo de sociedad que ha originado, imponiéndonos incluso un sistema educativo formal e informal pretendidamente "Unicultural", en provecho de esa cultura única para justificar la dominación económica, política y educativa (Camacaro 2007). En el caso concreto de nuestro país fue imponiéndose, como hemos señalado, la cultura de las clases dominantes, incluso se valorizó más, sobre todo en el siglo pasado, las culturas foráneas, como por ejemplo la de Estados Unidos y Europa, las cuales fueron presentadas como el modelo a seguir, en detrimento de nuestras propias culturas. No se dio una relación de igual a igual, sino que se impuso la ley del más fuerte política y económicamente. Como consecuencia de esto nos encontramos con que culturalmente como país fuimos abandonando en muchos lugares nuestras propias culturas y como tal contribuyendo a su debilitamiento y posterior peligro de desaparición. Nos podíamos preguntar si han desaparecido nuestras culturas. Y aunque comprobamos que no ha ocurrido eso, nos damos cuenta que ellas se encuentran en un alto riesgo producto de un bombardeo mediático del propio sistema capitalista que nos quiere imponer "su cultura de consumo" y a seudo-respuestas que algunos líderes políticos han querido dar al problema, para seguir manteniendo sus intereses y que está contribuyendo al olvido de nuestras propias raíces.

Vista desde las circunstancias que hemos expresado ¿cómo puede verse entonces la Diversidad Cultural? ¿Cómo recuperar su verdadero sentido? ¿Como dar un verdadero valor a la interculturalidad?

La Diversidad cultural hay que verla de forma dinámica y al igual como lo hemos afirmado sobre la cultura, pensamos que ella no tiene existencia en si misma, sino como producto de la dinámica que genera. Cada grupo cultural en su relación con los otros tiene su propio movimiento. Este movimiento genera a su vez una relación cultural, donde si se cumplieran realmente las reglas de juego, cada una de esas culturas se presentaría tal cual es, dando su aporte, sin necesidad de ser ni acorralada ni desaparecida por otra u otras que se consideran más fuertes y que es lo que hemos analizado anteriormente.

Por eso nuestra Constitución Bolivariana (1.999), que plantea en su Preámbulo la búsqueda por establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, señala en su artículo 99, entre otras cosas que " los valores de la cultura son un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental, que el Estado fomentará y garantizará" y más adelante, en el artículo 100, introduce el término de la "interculturalidad" afirmando que: "Las culturas populares constitutivas de la venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas".

Por lo que hemos ido analizando podemos concluir que puede haber una "diversidad cultural" en un determinado lugar o espacio, pero eso no implica necesariamente que se de una "interculturalidad". La interculturalidad, como muy bien lo señala nuestra constitución supone el principio y el respeto de la igualdad de las culturas presentes en ese espacio, en este caso, en nuestro país.

3. LA INTERCULTURALIDAD Y SU IMPORTANCIA ESTRATÉGICA EN LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA.

Ya hemos analizado lo que presenta nuestra Constitución Bolivariana con respecto a la Interculturalidad, sobre todo planteado en la línea del artículo 21 de la no exclusión social y en la búsqueda de una mayor integración y participación social, política y económica. En este sentido cuando el Presidente Chávez afirma que "para salir de la pobreza hay que darle más poder a los pobres", no se está refiriendo única y exclusivamente al aspecto político y económico, sino también al aspecto social y cultural. Una sociedad en la que todavía le cueste a muchos de sus dirigentes o de los que están en puestos de gobierno, reconocer, respetar y defender la cultura y el mundo de los sectores populares, no está todavía en el camino de convertir la interculturalidad como elemento revolucionario de cambio hacia el socialismo[1].

Retomando a Zúñiga y a Ansión (1997) afirmamos que la interculturalidad implica la actitud de asumir positivamente la situación de diversidad cultural en la que nos encontramos. Se convierte así en principio orientador de la vivencia personal en el plano individual y el principio rector de los procesos sociales en el plano axiológico social. Es por este sentido que consideramos que a muchos de los "dirigentes" de nuestro proceso revolucionario les hace falta todavía poder escuchar y ver los acontecimientos que están ocurriendo en el país desde la cultura de los sectores populares, meterse en "sus zapatos", caminar y sentir las cosas desde el lado del pueblo. En la línea de lo que estamos señalando, apoyándonos en estos autores, vemos que la interculturalidad como principio rector orienta también procesos sociales que intentan construir sobre la base del reconocimiento del derecho a la diversidad y en franco combate contra todas las formas de discriminación y desigualdad social relaciones díalógicas y equitativas entre los miembros de universos culturales diferentes. Según ellos, la interculturalidad así concebida, "posee carácter desiderativo; rige el proceso y es a la vez un proceso social no acabado sino más bien permanente, en el cual debe haber una deliberada intención de relación dialógica, democrática entre los miembros de las culturas involucradas en él y no únicamente la coexistencia o contacto inconsciente entre ellos. Esta sería la condición para que el proceso sea calificado de intercultural".

Orlando Camacaro (2007) de quien hacíamos referencia anteriormente, define por Interculturalidad "la posibilidad plena de avanzar y sostener un verdadero diálogo de civilizaciones, partiendo del diálogo intracultural, vale decir, a lo interno de los individuos que se comunican e intercambian experiencias en todos los ámbitos del quehacer colectivo". Si esto no se da realmente será difícil por no decir imposible, lograr cualquier cambio estructural que se pretenda realizar. Para él la interculturalidad representa hoy una apertura, que no se queda en el pluralismo político, económico, social y jurídico, como señalamos anteriormente. Según su apreciación "es un reencuentro con todas las civilizaciones, grandes, medianas o pequeñas, un dialogo de reconciliación con el universo, dialogo y afirmación de un derecho transgeneracional a un ambiente sano, sostenible y duradero, un dialogo y reconciliación del hombre consigo mismo, partiendo de un dialogo intracultural e intrapersonal que restablezca el lugar de las relaciones económicas dentro de la facultad humana y social de administrar bienes escasos del suelo sin detrimento de la continuidad de la vida y donde el alimento, no sea sólo lo que nos llevamos a la boca, sino todo aquello que pasa por la biodiversidad y los elementos naturales".

Vista desde la perspectiva de la Revolución Bolivariana observamos junto a Camacaro que "la Interculturalidad representa, no sólo una nueva forma de fundamentar la educación, sino también una forma de vida, de convivencia en la pluralidad cultural y étnica, en la tolerancia y el respeto mutuo, priorizando la cooperación sobre la competencia (subrayado nuestro), partiendo del modo de ser y de vivir de cada pueblo o grupo humano, del respeto a su identidad personal y colectiva". Por eso se enfrenta a esa visión unicultural, homogeneizante, deslegitimadora de otras culturas:

"Ya no se trata de preguntarnos si la clave de la identidad del venezolano está en el indio, en el mestizo, el negro o el europeo. Por el contrario se trata de superar visiones uniculturales, la clave está en la afirmación y valoración del individuo múltiple. De allí que ningún proyecto educativo, económico o religioso pueda justificar la uniculturalidad sino operativizar la interculturalidad como principio rector en los sistemas educativos, económicos, filosóficos, científicos, religiosos, artísticos y políticos".

Termina señalando que "La Interculturalidad tiene como principio buscar la participación de todos, sin discriminaciones de ningún tipo (subrayado nuestro), que refuerce la imagen que cada grupo, pueblo o nación posee y no la imagen de otro".

En consecuencia, no se podrá dar una verdadera interculturalidad revolucionaria si no existe el reconocimiento hacia el otro por parte de todas las culturas implicadas en el proceso. Este ha sido el planteamiento inicial de nuestra revolución. Sin embargo existe un peligro latente en el momento presente. Para nadie es un secreto que el Sistema Capitalista ante situaciones de crisis que afectan sus intereses busca reacomodar sus fuerzas para poder seguirse manteniendo. En el caso venezolano observamos como indaga además los posibles aliados tanto fuera como dentro del proceso revolucionario que puedan defender sus planteamientos neoliberales. Nos percatamos que aunque momentáneamente en los últimos años perdió espacios de poder por la Revolución Bolivariana, lentamente ha ido colocando de nuevo, dentro de los cuadros principales del Gobierno, personas afectas a sus intereses que buscan frenar los cambios propuestos por la propia Revolución en la persona del Presidente Chávez. Este grupo social lo reconocemos hoy como "La derecha Endógena" que tiene a su vez muchas similitudes con la derecha oposicionista: son parte de esa misma cultura dominante que no quiere reconocer al resto de las culturas sociales que viven en nuestro país como actores sociales y políticos del mismo. Son ellos los que desde adentro han ido torpedeando y desconociendo la participación popular, generando sus propias políticas burocráticas y frenando la acción Presidencial. Por eso no nos extrañe que este grupo fuera uno de los que no les convenía que se aprobara la Reforma Constitucional. Por esta razón afirmamos con preocupación que si en el momento actual que vive nuestra revolución, se siguen pensando las políticas, los cambios sociales y económicos bajo el planteamiento de esa cultura dominante, no se estará realizando ningún cambio estructural en el país, simplemente estaremos repitiendo con algunas reformas los mismos esquemas cuarto-republicanos que hemos estado criticando durante mucho tiempo. He ahí la importancia y lo estratégico de fortalecer en este momento la interculturalidad como uno de los elementos normativos del cambio que buscamos.

Cuando hoy vemos que esa derecha endógena, intenta por medio del dominio en la correlación de fuerzas, controlar la Revolución Bolivariana desde adentro, nos percatamos que se está buscando echar para atrás todos los logros de participación popular y protagónica de la población obtenidos en los últimos años por medio de ella, comenzando de esta forma a socavar internamente al mismo proceso revolucionario. Es una visión mezquina y empobrecedora que solo piensa en sus intereses particulares (de poder económico y político) y en los privilegios obtenidos en la mayoría de los casos a partir de la propia revolución, sin tener en cuenta ese pueblo a partir del cual se originó y creció el proceso revolucionario que estamos viviendo. A la vez le está haciendo el juego a los intereses trasnacionales del capital que quiere dominarnos de nuevo. De allí la importancia de ser conscientes a nivel de organizaciones populares de esta situación y buscar fortalecer los espacios donde el pueblo ha comenzado a tener un rol protagónico como son por ejemplo, los Comité de tierra, algunas misiones, los Consejos Comunales, organizaciones campesinas, obreras, estudiantiles y otro tipo de organizaciones populares. En ese reconocimiento intercultural, que no es limosna sino derecho, se juega el futuro de nuestra revolución. Si queremos construir el Socialismo del Siglo XXI, se hace necesario que redescubramos nuestras raíces, porque es a partir de ellas que podremos edificar esa nueva realidad intercultural que tanto soñamos.

REFERENCIAS:

*Ameigeiras, Aldo Rubén. Diversidad Cultural Latinoamericana: una aproximación desde el gran Buenos Aires. Fuente:http:/Juanfilloy.bib.unrc.edu.ar/completos/corredor/corredorf/comi-c/AMEIGEIR.HTM

*Asociación Bolivariana de Noticias (ABN). Lucha por la diversidad cultural es lucha contra el capitalismo: Opiniones del Ministro del Poder Popular para la Cultura Francisco Sesto sobre la reforma constitucional, publicada el 15/09/07.

*Camacaro, Orlando. Artículo 100: La Interculturalidad; publicado en www.Aporrea.org. el 10/09/07.

*Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, 1.999.

*El Troudi, Haiman; Harnecker, Marta y Bonilla Molina, Luís. Herramientas para la Participación, elaborado con el apoyo de la Dirección del Despacho del Presidente, el FIDES, FONACIT, el Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social, la Universidad Bolivariana de Venezuela y la Misión Cultura, Caracas, 2005.

*UNESCO. Declaración Mundial de la Diversidad Cultural, aprobada en la 31ª Reunión de la Conferencia General, Paris, Noviembre 2001.

*Zúñiga, Madeleine y Ansión, Juan. Interculturalidad y Educación en el Perú. Foro Educativo. 1997.


[1] Al respecto recomendamos leer el libro elaborado por Haiman El Troudi, Marta Harnecker y Luís Bonilla-Molina denominado "Herramientas para la participación", elaborado con el apoyo de la Dirección del Despacho del Presidente, el FIDES, FONACIT, el Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social, la Universidad Bolivariana de Venezuela y la Misión Cultura en el 2005, donde se aborda entre otros aspectos las barreras que se presentan para la participación y como superarlas y que consideramos tienen que ver con el tema que estamos abordando; págs. 17-32.

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miércoles, 2 de abril de 2008

Currículo educativo, sindicatos opositores y derechos de los(as) niños(as)

Omar Roa Véliz

El Ejecutivo Nacional viene dando pasos firmes en la ejecución de una de las tareas pendientes más importantes que tiene la Revolución Bolivariana y sin cuya realización se torna imposible (aunque suene lapidaria la expresión) la concreción de una sociedad distinta de aquella heredada de la IV República. Esa tarea es la de aplicar el currículo educativo bolivariano y desechar aquel que se definió en la década de los ’80 y con el cual se formaron los(as) individuos(as), la familia y la sociedad que exigía el modelo capitalista de desarrollo competitivo, bajo la aquiescencia de los(as) entonces usufructuarios(as) y hoy “viudos(as)” del sistema político puntofijista. No obstante, estos(as) resentidos(as) no cejan en su empeño de conservar el modelo educativo que garantiza la supervivencia de una sociedad de hombres y mujeres egoístas, y para ello utilizan diferentes instrumentos, especialmente los medios de comunicación social, ya que la calle la perdieron, y más recientemente se han propuesto recurrir a instituciones del Estado con responsabilidad en la protección de los derechos de los(as) niños(as) y adolescentes para oponerse a la acción gubernamental.

Es bien sabido que todo modelo de sociedad se dota de un currículo educativo que, en principio, lo justifique, pero, además, que responda a los objetivos económicos que se plantean los sectores dirigentes. De no ser así, la sociedad venezolana seguiría rindiendo pleitesía a los antiguos y actuales monarcas españoles (los bastarditos venezolanos que hoy dan vivas al rey español son pasto para otros fuegos) y formando exclusivamente teólogos, abogados y uno que otro médico “sangrador”. De hecho, a cada periodo trascendental de la historia venezolana le ha correspondido un modelo educativo que ha pretendido formar a la sociedad que le interesa. Los gobiernos guzmancista, gomecista, perejimenista y puntofijistas lo han hecho y para ello han comenzado por presentarse como lo positivo frente a lo negativo del pasado, sin empacho alguno para señalar defectos de sus predecesores y virtudes propias, así como en impregnar de contenido ideológico esos modelos, cuyos valores, a pesar de los cambios, se permean, como por ósmosis, de una generación a otra, prolongándose en el tiempo, como sucede, por ejemplo, con las ideas de orden y progreso, justificadoras del capitalismo y propias del positivismo imperante en la época del gomecismo, que aún se mantienen vivas en la mente y discurso de mucha gente, incluso entre quienes se dicen revolucionarios(as).

Luego de casi una década de gobierno revolucionario, se observa la disposición del Ejecutivo para establecer un nuevo currículo, acabando con esa contradicción de pretender avanzar en la construcción de una sociedad bolivariana (de una socialista ni se diga) con el currículo educativo propio del capitalismo neoliberal. Este último se corresponde con el modelo de desarrollo competitivo que sustituyó al modelo de desarrollo hacia adentro, también capitalista; y que pretendió formar (o formó, según los resultados que hoy vemos) al individuo excelente, egoísta y competitivo(a) propio(a) de una sociedad con un modelo económico neoliberal, por lo que resulta imposible lograr una persona y una sociedad distinta si se sigue utilizando, en los planteles oficiales y privados, el currículo neoliberal (disculpen la imagen, pero es algo así como querer hacer una cachapa con harina de trigo; en todo caso se obtendrá una panqueca, que es comestible, pero eso según los hábitos alimentarios).

Y he aquí donde se debe hablar claro. El presidente Hugo Chávez Frías ha manifestado públicamente que el nuevo currículo es ideológico, y es que así debe ser asumido. Los voceros y promotores del mismo deben ser multiplicadores de ese discurso, los educadores revolucionarios también deben hacerlo, sin complejos, sin miedos, sin dubitaciones; las madres y padres revolucionarios(as) deben asumirlo y defenderlo. Sí, afirmémoslo, el nuevo currículo es ideológico, así como también lo es el currículo vigente, heredado de los arquitectos del neoliberalismo, y cuya historia hunde sus raíces en la época de los “Chicago boys” Ugueto y Azpúrua, entre otros, que representaban la corriente neoliberal en el gobierno de Luis Herrera Campins (1979-1984), cuando se sentaron las bases para el modelo educativo con la promulgación de la Ley Orgánica de Educación y un nuevo currículo en el cual se eliminó la Historia de Venezuela. El actual es tan ideológico y exitoso en sus objetivos, que los sectores formados con su contenido, hoy, en términos generales, asumen de manera furibunda la defensa del estilo de vida definido por el neoliberalismo, constituyen un amplio sector oposicionista a las políticas del Presidente Chávez, no dudan en buscar emigrar “a donde haya plata” sin importarles un bledo el país, no tienen conciencia de patria (no estudiaron Historia de Venezuela en sus años iniciales), se consideran globalizados(as) y llegan al extremo de sentir vergüenza de ser venezolanos(as) (no todos ni todas, por supuesto); y hasta en muchos revolucionarios(as) se ha incubado ese ideologización y los(as) ha hecho dudar (podría ser una variable que contribuya a explicar el 2-D).

Ese instrumento ideológico, de inculcación de valores propios de una sociedad que antepone los intereses de los más débiles del colectivo frente a las apetencias individuales; de formación de seres solidarios(as), indagadores(as), creadores(as), productivos(as), necesarios(as) para una sociedad que quiere desatar los nudos de la antigua y nueva dependencia; ese currículo bolivariano viene siendo objeto de ataques sistemáticos por parte de la oposición, en razón de la claridad con respecto a la función que ha cumplido el currículo neoliberal, que no es otro que ser el instrumento ideológico eficaz que ha permitido la formación de sujetos que no pueden comprender ni asumir (en términos generales) los cambios que se producen en el país y en nuestra América Latina y del Caribe, y por lo tanto, los rechazan o se movilizan contra ellos. Con la instauración del nuevo currículo, la oposición ve desmoronarse una trinchera fundamental, aunque, es suficientemente claro, los resultados tenderán a verse en el mediano y largo plazo, sin negar que quizá aún en las próximas décadas todavía se hable del orden y progreso, así como de otros valores o conceptos del neoliberalismo que pervivirán en el tiempo.

La oposición, a pesar de que anuncia actividades de calle, ha concentrado sus esfuerzos en los medios de comunicación social, donde se les ofrecen espacios a personajes que defienden severamente el modelo educativo neoliberal vigente junto a otros que critican al neoliberal y al bolivariano, atacando a éste por ser supuestamente ideológico, pero sin cuestionar por la misma razón al neoliberal; y en menor medida se permite la participación de aquellos que proponen y defienden al bolivariano, aunque muy pocas veces se pone de relieve su carácter ideológico. Este es un punto en que se debe tener sumo cuidado, habida cuenta del papel de los medios en socavar la moral y conciencia revolucionarias.

Unida a la acción mediática, la oposición, echando mano a los sindicatos y colegios controlados por ella, y en razón de la debilidad de estas entidades en movilizar a sus afiliados, se ha planteado recurrir a diversas instituciones del Estado comprometidas con la defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes (Defensoría del Pueblo, Ministerio Público, Consejos de Derechos y de Protección), para solicitar la interposición de acciones de protección a favor de los niños y contra Ministerio del Poder Popular para la Educación y sus diferentes representaciones locales, por la supuesta suspensión arbitraria de clases para realizar la inducción a los docentes en lo que corresponde al nuevo currículo, lo cual, supuestamente afectaría el derecho a la educación de los niños. Ello no pasaría de significar un acto ridículo e hipócrita de los sindicatos y gremios docentes, principales responsables de la pérdida de clases por las huelgas, muchas de ellas justas y también muchas de ellas traicionadas, que se protagonizaron en la época pre-Chávez; de no ser porque la buena voluntad, el ánimo de cumplir con la misión, la vocación de servicio, la ingenuidad política, de los(as) funcionarios(as) de estas instituciones, y la no descartable mala intención política de alguno(a) de ellos(as), derive en una acción contra el Ejecutivo Nacional.

La oposición que antes rechazaba a la Constitución Bolivariana y a las instituciones derivadas de ella, así como aquellas que consideran aliadas al gobierno, ha entendido que la Carta Magna y los organismos del Estado venezolano pueden ser útiles para sus pretensiones políticas, sabiéndolos utilizar. De allí que representantes sindicales y gremiales oposicionistas hayan anunciado la intención de acudir ante esas entidades, en donde, por supuesto, deben ser recibidos y atendidos como les corresponde como ciudadanos(as), escuchar sus planteamientos y orientarlos; pero sin que descuiden la situación aquellos que dirigen o coordinan esas entidades, ni quienes tienen la investidura para recibir los planteamientos, tramitarlos, sustanciarlos y decidirlos, para evitar incurrir en deslizamientos sobre superficies blandas que conllevan a contribuir en la sustanciación y ampliación de un futuro expediente a ser presentado ante organismos internacionales, como parte de su estrategia mediática nacional e internacional. Si bien resultaría inocua jurídicamente, en materia política afectaría la intención gubernamental de legitimar su accionar en materia educativa.

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